jueves, 23 de julio de 2009

HIGIENE INDUSTRIAL

Higiene industrial

La higiene industrial es la ciencia de la anticipación, la identificación, la evaluación y el control de los riesgos que se originan en el lugar de trabajo o en relación con él y que pueden poner en peligro la salud y el bienestar de los trabajadores, teniendo también en cuenta su posible repercusión en las comunidades vecinas y en el medio ambiente en general.
Existen diferentes definiciones de la higiene industrial, aunque todas ellas tienen esencialmente el mismo significado y se orientan al mismo objetivo fundamental de proteger y promover la salud y el bienestar de los trabajadores, así como proteger el medio ambiente en general, a través de la adopción de medidas preventivas en el lugar de trabajo.
La higiene industrial no ha sido todavía reconocida universalmente como una profesión; sin embargo, en muchos países está creándose un marco legislativo que propiciará su consolidación.

El técnico en higiene industrial

El técnico en higiene industrial es “una persona competente para realizar mediciones del medio ambiente del trabajo”, pero no para “realizar las interpretaciones, juicios y recomendaciones que se exigen a un higienista industrial”. El técnico en higiene industrial puede alcanzar el nivel necesario de competencias en un campo general o especializado (OMS 1992b).

Higienista industrial

Un higienista industrial es un profesional capaz de:
• prever los riesgos para la salud que pueden originarse como resultado de procesos de trabajo, operaciones y equipos y, en consecuencia, asesorar sobre su planificación y diseño.
• identificar y conocer, en el medio ambiente de trabajo, la presencia (real o potencial) de agentes químicos, físicos y biológicos y otros factores de riesgo, así como su interacción con otros factores que pueden afectar a la salud y el bienestar de los trabajadores
• conocer las posibles vías de entrada de agentes en el organismo humano y los efectos que esos agentes y otros factores pueden tener en la salud
• evaluar la exposición de los trabajadores a agentes y factores potencialmente nocivos y evaluar los resultados
• evaluar los procesos y los métodos de trabajo, desde el punto de vista de la posible generación y emisión/propagación de agentes y otros factores potencialmente nocivos, con objeto de eliminar la exposición o reducirla a niveles aceptables
• diseñar y recomendar estrategias de control y evaluar su eficacia, solo o en colaboración con otros profesionales para asegurar un control eficaz y económico
• participar en el análisis del riesgo global y la gestión de un agente, proceso o lugar de trabajo, y contribuir al establecimiento de prioridades para la gestión de riesgos
• conocer el marco jurídico para la práctica de la higiene industrial en su país
• educar, formar, informar y asesorar a personas de todos los niveles en todos los aspectos de la comunicación de riesgos
• trabajar con eficacia en un equipo interdisciplinario en el que participen también otros profesionales
• identificar los agentes y factores que pueden tener un impacto medioambiental y comprender la necesidad de integrar la práctica de la higiene industrial con la protección del medio ambiente
Debe tenerse en cuenta que una profesión no sólo consiste en un conjunto de conocimientos, sino también en un código de ética; las asociaciones nacionales de higienistas industriales, así como la Asociación Internacional para la Higiene Industrial (AIHI), tienen sus propios códigos de ética (OMS 1992b).

Asociación Internacional para la Higiene Industrial (AIHI)

La AIHI se creó formalmente en una reunión celebrada en
Montreal el 2 de junio de 1987. En la actualidad, la AIHI cuenta con la participación de 19 asociaciones nacionales de higiene industrial y más de diecinueve mil miembros de diecisiete países.
El principal objetivo de la AIHI es promover y desarrollar la higiene industrial en todo el mundo para que alcance un elevado nivel de competencia profesional, a través de medios como el intercambio de información entre organizaciones e individuos, el desarrollo de los recursos humanos y la promoción de un alto nivel de práctica ética. Las actividades de la AIHI incluyen reuniones científicas y la publicación de un boletín. Los miembros de las asociaciones nacionales afiliadas son automáticamente miembros de la AIHI; también pueden afiliarse como miembros individuales, si residen en países en los que todavía no se ha implantado una asociación nacional.

Certificación

Además de una definición aceptada de la higiene industrial y de la función que desempeña el higienista industrial, es preciso establecer sistemas de certificación para garantizar unos niveles aceptables de competencia y práctica en el campo de la higiene industrial. La certificación se refiere a un sistema formal basado en los procedimientos necesarios para adquirir y mantener los conocimientos, las destrezas y la competencia de los profesionales
(Burdorf 1995).
La AIHI ha promovido un estudio sobre los sistemas nacionales de certificación que existen en la actualidad (Burdorf 1995), junto con la formulación de recomendaciones para promover la cooperación internacional con el fin de garantizar la calidad de los higienistas industriales profesionales. Entre estas recomendaciones figuran las siguientes:

· Armonización de los niveles de competencia y práctica de los profesionales de la higiene industrial”;
· creación de un organismo internacional formado por profesionales de la higiene industrial para analizar la calidad de los actuales sistemas de certificación”.
Otras propuestas de este informe hacen referencia a aspectos como la “reciprocidad” y la “aceptación mutua de las designaciones nacionales, con objeto de conseguir un sistema universal con una designación aceptada a escala internacional”.



La práctica de la higiene industrial

Las etapas clásicas de la práctica de la higiene industrial son las siguientes:
• Identificación de posibles peligros para la salud en el medio ambiente de trabajo;
• Evaluación de los peligros, un proceso que permite valorar la exposición y extraer conclusiones sobre el nivel de riesgo para la salud humana;
• Prevención y control de riesgos, un proceso que consiste en desarrollar e implantar estrategias para eliminar o reducir a niveles aceptables la presencia de agentes y factores nocivos en el lugar de trabajo, teniendo también en cuenta la protección del medio ambiente.
El enfoque ideal de la prevención de riesgos es “una actuación preventiva anticipada e integrada”, que incluya:
• Evaluación de los efectos sobre la salud de los trabajadores y del impacto ambiental, antes de diseñar e instalar, en su caso, un nuevo lugar de trabajo;
• Selección de la tecnología más segura, menos peligrosa y menos contaminante (“producción más limpia”);
• Emplazamiento adecuado desde el punto de vista ambiental;
• Diseño adecuado, con una distribución y una tecnología de control apropiadas, que prevea un manejo y una evacuación seguros de los residuos y desechos resultantes;
• Elaboración de directrices y normas para la formación del personal sobre el correcto funcionamiento de los procesos, métodos seguros de trabajo, mantenimiento y procedimientos de emergencia.
La importancia de anticipar y prevenir todo tipo de contaminación ambiental es decisiva. Por fortuna, existe una creciente tendencia a considerar las nuevas tecnologías desde el punto de vista de los posibles impactos negativos y su prevención, desde el diseño y la instalación del proceso hasta el tratamiento de los residuos y desechos resultantes, aplicando un enfoque integral.
Algunas catástrofes ambientales que se han producido tanto en países desarrollados como en países en desarrollo podrían haberse evitado mediante la aplicación de estrategias de control y procedimientos de emergencia adecuados en el lugar de trabajo.
Los aspectos económicos deben analizarse en términos que van más allá de la mera consideración del coste inicial; otras alternativas más caras, que ofrecen una buena protección de la salud y del medio ambiente, pueden resultar más económicas a largo plazo. La protección de la salud de los trabajadores y del medio ambiente debe iniciarse mucho antes de lo que habitualmente se hace. Los responsables del diseño de nuevos procesos, maquinaria, equipos y lugares de trabajo deberían disponer siempre de información técnica y asesoramiento sobre higiene industrial y ambiental. Por desgracia, muchas veces este tipo de información se consigue demasiado tarde, cuando la única solución posible es costosa y difícil de aplicar con efecto retroactivo o, peor todavía, cuando las consecuencias han sido ya desastrosas.

Identificación de riesgos

La identificación de riesgos es una etapa fundamental en la práctica de la higiene industrial, indispensable para una planificación adecuada de la evaluación de riesgos y de las estrategias de control, así como para el establecimiento de prioridades de acción. Un diseño adecuado de las medidas de control requiere, asimismo, la caracterización física de las fuentes contaminantes y de las vías de propagación de los agentes contaminantes.
La identificación de riesgos permite determinar:
• Los agentes que pueden estar presentes y en qué circunstancias;
• La naturaleza y la posible magnitud de los efectos nocivos para la salud y el bienestar.
La identificación de agentes peligrosos, sus fuentes y las condiciones de exposición requiere un conocimiento exhaustivo y un estudio detenido de los procesos y operaciones de trabajo, las materias primas y las sustancias químicas utilizadas o generadas, los productos finales y los posibles subproductos, así como la eventual formación accidental de sustancias químicas, descomposición de materiales, quema de combustibles o presencia de impurezas. La determinación de la naturaleza y la magnitud potencial de los efectos biológicos que estos agentes pueden causar si se produce una exposición excesiva a ellos exige el acceso a información toxicológica. Las fuentes internacionales de información en este campo son el Programa Internacional de
Seguridad de las Sustancias Químicas (IPQS), la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) y el
Registro internacional de productos químicos potencialmente tóxicos, Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (RIPQPT-PNUMA).
Los agentes que plantean riesgos para la salud en el medio ambiente de trabajo pueden agruparse en las siguientes categorías: contaminantes atmosféricos; sustancias químicas no suspendidas en el aire; agentes físicos, como el calor y el ruido; agentes biológicos; factores ergonómicos, como unas posturas de trabajo o procedimientos de elevación de pesos inadecuados, y factores de estrés psicosocial.

Evaluaciones de higiene industrial

Las evaluaciones de higiene industrial se realizan para valorar la exposición de los trabajadores y para obtener información que
permita diseñar o establecer la eficiencia de las medidas de
control.
La evaluación de la exposición de los trabajadores a riesgos
profesionales, como contaminantes atmosféricos, agentes físicos
y agentes biológicos se aborda más adelante en este capítulo. No
obstante, aquí se hacen algunas observaciones generales para
conocer mejor el campo de la higiene industrial.
Es importante tener en cuenta que la evaluación de riesgos no
es un fin en sí misma, sino que debe entenderse como parte de
un procedimiento mucho más amplio que comienza en el
momento en que se descubre que determinado agente, capaz de
producir un daño para la salud, puede estar presente en el
medio ambiente de trabajo, y concluye con el control de ese
agente para evitar que cause daños. La evaluación de riesgos facilita la prevención de riesgos, pero en ningún caso la sustituye.

Evaluación de la exposición

El objetivo de la evaluación de la exposición es determinar la magnitud, frecuencia y duración de la exposición de los trabajadores a un agente. Se han elaborado directrices al respecto tanto en el ámbito nacional como internacional; por ejemplo, la norma.
En 689, elaborada por el Comité Européen de Normalisation
(Comité Europeo de Normalización, CEN 1994).
El procedimiento más habitual para evaluar la exposición a contaminantes atmosféricos consiste en evaluar la exposición a la inhalación, para lo cual es preciso determinar la concentración atmosférica del agente a la que están expuestos los trabajadores (o, en el caso de las partículas suspendidas en el aire, la concentración atmosférica de la fracción relevante, p. ej., la
“fracción respirable”) y la duración de la exposición. No obstante, cuando existen otras vías distintas a la inhalación que contribuyen significativamente a la absorción de una sustancia química, puede emitirse un juicio erróneo si sólo se evalúa la exposición a la inhalación. En tales casos tiene que evaluarse la exposición total, y una herramienta muy útil para ello es el control biológico.
La práctica de la higiene industrial se ocupa de tres tipos de situaciones:
• Estudios iníciales para evaluar la exposición de los trabajadores;
• Control/vigilancia de seguimiento:
• Evaluación de la exposición para estudios epidemiológicos.
Una de las principales razones para determinar si existe una exposición excesiva a un agente peligroso en el medio ambiente de trabajo es decidir si se necesita alguna intervención. Esto consiste con frecuencia, aunque no siempre, en comprobar si se respeta una norma adoptada, que suele expresarse en términos de un límite de exposición profesional. La determinación de la exposición “en el peor de los casos” puede ser suficiente para lograr este objetivo. De hecho, si se espera que la exposición sea muy grande o muy pequeña en comparación con los valores límite, la exactitud y precisión de las evaluaciones cuantitativas pueden ser menores que cuando se espera una exposición cercana a los valores límites. De hecho, cuando los peligros son evidentes, puede ser más conveniente empezar por invertir en controles y realizar evaluaciones ambientales más precisas una vez introducidos dichos controles.
Las evaluaciones de seguimiento son necesarias en numerosas ocasiones, especialmente cuando existe la necesidad de instalar o mejorar las medidas de control o cuando se prevén cambios en los procesos o materiales utilizados. En estos casos, las evaluaciones cuantitativas cumplen una importante función de vigilancia para:
• Evaluar la validez, comprobar la eficiencia o detectar posibles fallos en los sistemas de control;
• Averiguar si se han producido variaciones en los procesos, por ejemplo en la temperatura de funcionamiento o en las materias primas, que hayan modificado la situación de exposición.
Siempre que se realiza una evaluación de higiene industrial en relación con un estudio epidemiológico para obtener datos cuantitativos sobre la relación entre exposición y efectos para la salud, las características de la exposición deben describirse con un alto grado de exactitud y precisión. En este caso, deben caracterizarse adecuadamente todos los niveles de exposición, ya que no sería suficiente, por ejemplo, caracterizar sólo la exposición correspondiente al peor de los casos. Sería ideal, aunque difícil en la práctica, que en todo momento pudieran mantenerse registros precisos y exactos de la exposición, ya que en el futuro podrían necesitarse datos diacrónicos sobre la exposición.
Para que los datos de la evaluación sean representativos de la exposición de los trabajadores y para no malgastar recursos, debe diseñarse y aplicarse una estrategia adecuada de muestreo, teniendo en cuenta todas las posibles fuentes de variabilidad. Las estrategias de muestreo, así como las técnicas de medición, se describen en “Evaluación del medio ambiente de trabajo”.




Interpretación de los resultados

El grado de incertidumbre en la estimación de un parámetro de la exposición, como la concentración media real de un contaminante atmosférico, se determina mediante el tratamiento estadístico de los resultados obtenidos de diferentes mediciones (p. ej., muestreo y análisis). La fiabilidad de los resultados dependerá del coeficiente de variación del “sistema de medición” y del número de mediciones. Una vez lograda una fiabilidad aceptable en los resultados, el siguiente paso consiste en considerar las consecuencias de la exposición para la salud: ¿qué significa para la salud de los trabajadores expuestos ahora?, ¿en un futuro próximo?, ¿a lo largo de su vida profesional? ¿Tendrá repercusión en las futuras generaciones?
El proceso de evaluación termina sólo cuando se interpretan los resultados de las mediciones a la vista de los datos (algunas veces llamados “datos sobre la evaluación de riesgos”) obtenidos de la toxicología experimental, estudios epidemiológicos y clínicos y, en algunos casos, ensayos clínicos. Debe aclararse que el término evaluación de riesgos se ha utilizado para hacer referencia a dos tipos de evaluaciones: la evaluación de la naturaleza y la magnitud del riesgo unido a la exposición a sustancias químicas y otros agentes, en general, y la evaluación del riesgo para determinado trabajador o para un grupo concreto de trabajadores en un lugar de trabajo específico.
En la práctica de la higiene industrial, los resultados de la evaluación de la exposición suelen compararse con los límites de exposición profesional adoptados, cuya finalidad es ofrecer una orientación para evaluar los riesgos y establecer objetivos de control. Cuando la exposición supera esos límites, es preciso adoptar de inmediato una acción correctora, ya sea mejorando las medidas de control existentes o introduciendo nuevos controles. De hecho, las intervenciones preventivas deben iniciarse cuando la exposición alcanza el “nivel de acción”, que varía según el país (p. ej., la mitad o la quinta parte del límite de exposición profesional). Un nivel de acción bajo es la mejor garantía para evitar problemas en el futuro.
Comparar los resultados de la evaluación de la exposición con los límites de exposición profesional es una simplificación, puesto que, entre otras insuficiencias, no se tienen en cuenta muchos factores que influyen en la absorción de sustancias químicas (como la susceptibilidad individual, la actividad física y la complexión corporal de cada individuo). Además, en la mayoría de los lugares de trabajo se produce una exposición simultánea a distintos agentes; de ahí que sea muy importante tener en cuenta las exposiciones combinadas y las interacciones entre distintos agentes, ya que las consecuencias para la salud de la exposición a un único agente pueden ser muy diferentes a las consecuencias de la exposición a ese mismo agente combinado con otros, especialmente cuando existe sinergia o potenciación de efectos.

Mediciones de control

Las mediciones que tienen como finalidad investigar la presencia de agentes y las pautas de los parámetros de exposición en el medio ambiente de trabajo pueden ser extremadamente útiles para planificar y diseñar medidas de control y métodos de trabajo. Los objetivos de estas mediciones son:
• Identificar y caracterizar las fuentes contaminantes;
• Localizar puntos críticos en recintos o sistemas cerrados (p. ej., fugas);
3• Determinar las vías de propagación en el medio ambiente de trabajo;
• Comparar diferentes intervenciones de control;
• Verificar que el polvo respirable se ha depositado junto con el polvo grueso visible, cuando se utilizan nebulizadores de agua;
• Comprobar que el aire contaminado no procede de un área adyacente.
Los instrumentos de lectura directa son extremadamente útiles para fines de control, especialmente los que permiten realizar un muestreo continuo y reflejan lo que sucede en tiempo real, detectando situaciones de exposición en las que de lo contrario no se repararía y que deben ser controladas. Ejemplos de este tipo de instrumentos son los detectores de fotoionización, los analizadores de infrarrojos, los medidores de aerosoles y los tubos indicadores. Cuando se realiza un muestreo para conocer el comportamiento de los contaminantes desde la fuente hasta el medio ambiente de trabajo, la exactitud y la precisión no son tan decisivas como lo son al evaluar la exposición.
Uno de los avances recientes en este tipo de mediciones para fines de control son las técnicas de visualización, como la Picture Mix Exposure (PIMEX) (Rosen 1993). Este método combina una imagen de vídeo del trabajador con una escala que indica las concentraciones de contaminantes atmosféricos, medidas continuamente en la zona de respiración con un instrumento de control en tiempo real, lo cual permite observar cómo varían las concentraciones mientras se realiza el trabajo. Este método constituye una herramienta excelente para comparar la eficacia relativa de diferentes medidas de control, como ventilación y métodos de trabajo, lo cual contribuye a mejorar su diseño.
Las mediciones son también necesarias para evaluar la eficiencia de las medidas de control. En este caso, conviene tomar muestras ambientales de la fuente o del área, por separado o junto con las muestras personales, para evaluar la exposición de los trabajadores. Con objeto de garantizar la validez de este procedimiento, el lugar considerado “antes” y “después” de tomar las muestras (o mediciones), así como las técnicas utilizadas, deben ser iguales o equivalentes en sensibilidad, exactitud y precisión.

Prevención y control de riesgos

El principal objetivo de la higiene industrial es la aplicación de medidas adecuadas para prevenir y controlar los riesgos en el medio ambiente de trabajo. Las normas y reglamentos, si no se aplican, carecen de utilidad para proteger la salud de los trabajadores, y su aplicación efectiva suele exigir la implantación de estrategias tanto de vigilancia como de control. La ausencia de unas normas obligatorias por ley no debe ser obstáculo para la aplicación de las medidas necesarias a fin de prevenir exposiciones nocivas o de controlarlas para que se mantengan al nivel mínimo posible. Cuando es evidente que existen riesgos graves deben introducirse controles incluso antes de realizar evaluaciones cuantitativas. En algunas ocasiones, puede ser necesario sustituir el concepto clásico de “identificación-evaluación-control” por el de “identificación-control-evaluación”, o incluso por el de “identificación-control”, si no existen recursos para evaluar los riesgos. Ejemplos de riesgos que, obviamente, obligan a adoptar medidas sin necesidad de realizar un muestreo ambiental previo son la galvanoplastia realizada en una sala pequeña y poco ventilada, o la utilización de un martillo perforador o un equipo de limpieza por chorro de arena sin controles ambientales ni equipo de protección. Cuando se identifica este tipo de peligros para la salud, la necesidad inmediata es el control, y no la evaluación cuantitativa.
Las medidas preventivas deben interrumpir de alguna manera la cadena por la cual el agente peligroso sustancia química, polvo, fuente de energía se transmite de la fuente al trabajador.
Las medidas de control pueden clasificarse en tres grandes grupos: controles técnicos, prácticas de trabajo y medidas personales.
El enfoque más eficiente para prevenir riesgos consiste en introducir controles técnicos que eviten las exposiciones profesionales actuando en el medio ambiente de trabajo y, en consecuencia, reduciendo la necesidad de que los trabajadores o las personas que pueden verse expuestas tengan que poner algo de su parte. Las medidas técnicas suelen exigir la modificación de algunos procesos o estructuras mecánicas. Su finalidad es eliminar o reducir el uso, la generación o la emisión de agentes peligrosos en la fuente o, cuando no se pueda eliminar la fuente, prevenir o reducir la propagación de agentes peligrosos en el medio ambiente de trabajo:
• Encerrándolo;
• Eliminándolos en el momento en que salen de la fuente;
• Interfiriendo en su propagación;
• Reduciendo su concentración o intensidad.
Las mejores intervenciones de control son las que consisten en alguna modificación de la fuente, ya que permiten eliminar el agente peligroso o reducir su concentración o intensidad. La fuente puede reducirse con medidas como la sustitución de materiales, la sustitución o la modificación de procesos o equipos y la mejora del mantenimiento de los equipos.
Cuando no se puede modificar la fuente, o cuando esta modificación no es suficiente para alcanzar el nivel deseado de control, deben prevenirse la emisión y la difusión de agentes peligrosos en el medio ambiente de trabajo interrumpiendo sus vías de transmisión, con medidas de aislamiento (p. ej., sistemas cerrados, recintos), ventilación localizada, instalación de barreras y defensas o aislamiento de los trabajadores.
Otras medidas que ayudan a reducir las exposiciones en el medio ambiente de trabajo son un diseño adecuado del lugar de trabajo, la ventilación por dilución o desplazamiento, una buena limpieza y un almacenamiento adecuado. La colocación de etiquetas y señales de advertencia puede ayudar a los trabajadores a aplicar unos métodos seguros de trabajo. Un programa de control puede requerir también sistemas de vigilancia y de alarma, como son los detectores de monóxido de carbono alrededor de los hornos, de sulfuro de hidrógeno en las plantas de depuración de aguas residuales y de falta de oxígeno en recintos cerrados.
Las prácticas de trabajo constituyen una parte importante del control; por ejemplo, en relación con trabajos en los que la postura del trabajador puede influir en la exposición, según se incline más o menos. La postura del trabajador puede afectar a las condiciones de exposición (p. ej., zona de respiración con relación a la fuente contaminante, posibilidad de absorción por la piel).
Por último, la exposición profesional puede evitarse o reducirse colocando una barrera protectora ante el trabajador, en el punto crítico de entrada del agente peligroso (boca, nariz, piel, oídos), es decir, mediante el uso de instrumentos de protección personal. No obstante, antes de recurrir a este tipo de equipo, deben estudiarse todas las demás posibilidades de control, ya que constituye el medio menos satisfactorio para el control rutinario de la exposición, especialmente a contaminantes atmosféricos.
Otras medidas preventivas personales son la educación y la formación, la higiene personal y la limitación de la duración de la exposición.
Las evaluaciones continuas mediante controles ambientales y vigilancia médica deben formar parte de toda estrategia de control y prevención de riesgos.
Una tecnología adecuada para controlar el medio ambiente de trabajo debe incluir, asimismo, medidas para prevenir la contaminación ambiental (aire, agua, suelo), entre ellas un tratamiento adecuado de los residuos peligrosos.
Aunque la mayoría de las medidas de control que se mencionan aquí se refieren a los contaminantes atmosféricos, muchas pueden aplicarse también a otros tipos de riesgos. Por ejemplo, un proceso puede modificarse para que produzca menos contaminantes atmosféricos, menos ruido o menos calor.
Una barrera de aislamiento puede separar a los trabajadores de una fuente de ruido, calor o radiación.
Con demasiada frecuencia, la prevención se centra en las medidas más conocidas, como la ventilación localizada y los equipos de protección personal, y no tiene debidamente en cuenta otras valiosas medidas de control, como el uso de tecnologías alternativas limpias, la sustitución de materiales, la modificación de procesos o la aplicación de buenas prácticas de trabajo. Muchas veces ocurre que los procesos de trabajo se consideran inmodificables cuando, en realidad, podrían introducirse cambios para prevenir con eficacia, o al menos reducir, los riesgos asociados.
La prevención y el control de riesgos en el medio ambiente de trabajo requieren conocimientos e ingenio. Un control eficaz no precisa necesariamente de medidas muy costosas y complicadas.
En muchos casos, el riesgo puede controlarse con el uso de una tecnología adecuada, que puede ser tan sencilla como una pieza de material impermeable entre el hombro desnudo de un trabajador de un muelle y una bolsa de material tóxico que pueda absorberse a través de la piel. Puede controlarse también con mejoras sencillas, como la colocación de una barrera móvil entre una fuente de rayos ultravioleta y el trabajador, o la formación de los trabajadores en materia de prácticas seguras de trabajo.
Los aspectos que deben tenerse en cuenta para seleccionar una estrategia y una tecnología de control adecuadas son el tipo de agente peligroso (naturaleza, estado físico, efectos para la salud, vías de entrada en el organismo), el tipo de fuente(s), la magnitud y las condiciones de la exposición, las características del lugar de trabajo y la ubicación relativa de los puestos de trabajo.
Deben garantizarse las cualificaciones y los recursos necesarios para el diseño, la aplicación, el funcionamiento, la evaluación y el mantenimiento de los sistemas de control. Algunos sistemas, como la ventilación localizada, deben evaluarse en el momento de su instalación y verificarse periódicamente a partir de entonces. Sólo un control y un mantenimiento periódicos pueden asegurar una eficiencia continua, puesto que incluso los sistemas bien diseñados pueden perder sus característica iníciales si no reciben el mantenimiento adecuado.
Las medidas de control deben integrarse en programas de prevención y control de riesgos, dotados de unos objetivos claros y una gestión eficiente, en los que participen equipos interdisciplinarios formados por higienistas industriales y otros profesionales de la salud y la seguridad en el trabajo, técnicos de producción, directivos y trabajadores. Tales programas deben abarcar también aspectos como la comunicación de los riesgos, la educación y la formación sobre prácticas seguras de trabajo y procedimientos de emergencia.
Asimismo, deben considerarse los aspectos relacionados con la promoción de la salud, puesto que el lugar de trabajo es un entorno ideal para promover estilos de vida saludables en general y para alertar sobre los peligros de las exposiciones no profesionales causadas, por ejemplo, por practicar el tiro sin protectores adecuados o por fumar.

Relación entre higiene industrial, evaluación de
riesgos y gestión de riesgos

Evaluación de riesgos
La evaluación de riesgos es una metodología que trata de caracterizar los tipos de efectos previsibles para la salud como resultado de determinada exposición a determinado agente, y de calcular la probabilidad de que se produzcan esos efectos en la salud, con diferentes niveles de exposición. Se utiliza también para caracterizar situaciones de riesgo concretas. Sus etapas son la identificación de riesgos, la descripción de la relación exposición-efecto y la evaluación de la exposición para caracterizar el riesgo.
La primera etapa se refiere a la identificación de un agente —por ejemplo, una sustancia química— como causa de un efecto nocivo para la salud (p. ej., cáncer o intoxicación sistémica).
En la segunda etapa se establece qué grado de exposición causa qué magnitud de un efecto determinado en cuántas personas expuestas. Estos conocimientos son esenciales para interpretar los datos obtenidos de la evaluación de la exposición.
La evaluación de la exposición forma parte de la evaluación de riesgos, tanto cuando se obtienen datos para caracterizar una situación de riesgo como cuando se obtienen datos para determinar la relación exposición-efecto basándose en estudios epidemiológicos.
En este último caso, la exposición que ha dado lugar a determinado efecto relacionado con el trabajo o con causas ambientales tiene que caracterizarse con exactitud para garantizar la validez de la correlación.
Aunque la evaluación de riesgos es fundamental para muchas de las decisiones que deben tomarse en la práctica de la higiene industrial, tiene un efecto limitado en la protección de la salud de los trabajadores, a menos que se concrete en acciones preventivas reales en el lugar de trabajo.
La evaluación de riesgos es un proceso dinámico, ya que se adquieren nuevos conocimientos que a menudo revelan efectos nocivos de sustancias que hasta entonces se consideraban relativamente inocuas; por consiguiente, el higienista industrial debe tener en todo momento acceso a información toxicológica actualizada. Otra implicación es que las exposiciones deben controlarse siempre al nivel más bajo posible.
En la Figura 30.3 se exponen los diferentes elementos de la evaluación de riesgos.

Gestión de riesgos en el medio ambiente de trabajo
No siempre se pueden eliminar todos los agentes que plantean riesgos para la salud en el trabajo, porque algunos son inherentes a procesos de trabajo indispensables o deseables; sin embargo, los riesgos pueden y deben gestionarse.
La evaluación de riesgos constituye una base para la gestión de los riesgos. Sin embargo, mientras que la evaluación de riesgos es un procedimiento científico, la gestión de riesgos es más pragmática y conlleva decisiones y acciones orientadas a prevenir, o reducir a niveles aceptables, la presencia de agentes que pueden ser peligrosos para la salud de los trabajadores, las comunidades vecinas y el medio ambiente, considerando también el contexto socioeconómico y de la salud pública.
La gestión de riesgos tiene lugar a diferentes niveles; las decisiones y acciones que se adoptan a escala nacional facilitan la práctica de la gestión de riesgos en el lugar de trabajo. La gestión de riesgos en el lugar de trabajo requiere información y conocimientos sobre:
• Riesgos para la salud y su magnitud, descritos y clasificados de acuerdo con los resultados de la evaluación de riesgos;
• Normas y requisitos legales;
• Viabilidad tecnológica, desde el punto de vista de la tecnología de control disponible y aplicable;
• Aspectos económicos, como los costes del diseño, la aplicación, el funcionamiento y el mantenimiento de los sistemas de control, y análisis coste-beneficio (coste del control frente al beneficio económico que se deriva de controlar los riesgos profesionales y ambientales);
• Recursos humanos (disponibles y necesarios);
• Contexto socioeconómico y de salud pública; que sirven como base para tomar decisiones referentes a:
• Definición de los objetivos del control;
• Selección de unas estrategias y tecnologías de control adecuadas;
• Asignación de prioridades de acción, teniendo en cuenta la situación de riesgo, así como el contexto socioeconómico y de salud pública (especialmente importante en los países subdesarrollados), para realizar acciones como las siguientes:
• Identificación y búsqueda de recursos financieros y humanos (si aún no se dispone de los mismos);
• Diseño de medidas de control específicas, que deben ser adecuadas para proteger la salud de los trabajadores y el medio ambiente, salvaguardando en la mayor medida posible los recursos naturales;
• Aplicación de medidas de control, incluidas disposiciones para un funcionamiento, un mantenimiento y unos procedimientos
de emergencia adecuados;
• Establecimiento de un programa de prevención y control de
riesgos, con una gestión adecuada que incluya vigilancia
periódica.
Tradicionalmente, la profesión responsable de la mayoría de
estas decisiones y acciones en el lugar de trabajo ha sido la
higiene industrial.
Una decisión clave en la gestión de riesgos es la referente al
riesgo aceptable (qué efecto puede aceptarse, si es que puede
aceptarse, en qué porcentaje de la población trabajadora).
Normalmente, aunque no siempre, esta decisión se toma en el
ámbito de la política nacional y va seguida de la adopción de
límites de exposición profesional y de la promulgación de reglamentos y normas sobre la salud en el trabajo. El higienista
industrial, que debe conocer estos requisitos legales, es el responsable, normalmente, de definir los objetivos de control en el
lugar de trabajo. Sin embargo, puede suceder que el propio
higienista industrial tenga que tomar decisiones sobre el riesgo
aceptable en el lugar de trabajo, por ejemplo, cuando no existen
normas aplicables o éstas no abarcan todas las posibles
exposiciones.
Todas estas decisiones y acciones deben integrarse en un plan
realista, que requiere coordinación y colaboración interdisciplinaria y multisectorial. Aunque la gestión de riesgos implica enfoques pragmáticos, su eficiencia debe evaluarse científicamente.
Por desgracia, las actividades relacionadas con la gestión de
riesgos son, en la mayoría de los casos, un término medio entre
lo que debería hacerse para evitar todos los riesgos y lo mejor
que se puede hacer en la práctica, considerando las limitaciones
económicas y de otros tipos.
La gestión de los riesgos relacionados con el medio ambiente
de trabajo y con el medio ambiente en general debe coordinarse;
no sólo son áreas que se solapan, sino que, en la mayoría de las situaciones, el éxito de una está vinculado al éxito de otra.


Programas y servicios de higiene industria
La voluntad política y la toma de decisiones a escala nacional
influirán, directa o indirectamente, en el establecimiento de
programas o servicios de higiene industrial, ya sea en el sector
público o privado. No se incluye en este artículo una descripción
detallada de los tipos de programas y servicios de higiene industrial; sin embargo, existen unos principios generales que pueden aplicarse a numerosas situaciones y contribuir a su aplicación y funcionamiento eficientes.
Un servicio global de higiene industrial debe tener capacidad
para realizar estudios preliminares adecuados, tomar muestras y
realizar mediciones y análisis para evaluar y controlar los
riesgos, así como para recomendar medidas de control, o incluso
diseñarlas.
Los elementos clave de un programa o servicio global de
higiene industrial son los recursos humanos y económicos, las
instalaciones, el equipo y los sistemas de información. Estos
recursos deben organizarse y coordinarse adecuadamente
mediante una planificación cuidadosa y una gestión eficiente, y
deben incluir también garantía de calidad y una evaluación
continua del programa. El éxito de los programas de higiene
industrial exige un respaldo político y el compromiso de la alta
dirección. La obtención de recursos económicos no se aborda en
este artículo.

Recursos humanos

El principal activo de un programa son unos recursos humanos
adecuados, y es prioritario contar con ellos. Todo el personal
HERRAMIENTAS Y ENFOQUES
debe conocer claramente sus responsabilidades y la descripción
de su puesto de trabajo. En caso necesario, deberán tomarse
medidas de formación y educación. Los requisitos básicos de los
programas de higiene industrial son:
• Higienistas industriales: además de conocimientos generales
sobre la identificación, la evaluación y el control de riesgos
profesionales, los higienistas industriales pueden especializarse
en áreas concretas, como la química analítica o la ventilación
industrial; lo ideal es disponer de un equipo de profesionales
con la debida formación en todos los aspectos de la práctica de
la higiene industrial y en todas las áreas técnicas necesarias;
• Personal de laboratorio, químicos (dependiendo de la amplitud
del trabajo analítico);
• Técnicos y ayudantes, para estudios de campo y para el trabajo
de laboratorio, así como para el mantenimiento y la reparación
de los instrumentos;
• Especialistas en información y apoyo administrativo.
Un aspecto importante son las competencias profesionales,
que no sólo deben adquirirse, sino también mantenerse. La
educación continua, dentro o fuera del programa o servicio,
debe abarcar, por ejemplo, actualizaciones legislativas, nuevos
avances y técnicas y lagunas en los conocimientos. La participación
en conferencias, simposios y seminarios contribuye también
a mantener las competencias del personal.

Salud y seguridad del personal

La salud y la seguridad de todos los miembros del personal debe
estar garantizada en los estudios de campo, los laboratorios y las
oficinas. Los higienistas industriales pueden verse expuestos a
riesgos graves y deben utilizar el equipo de protección personal
adecuado. Dependiendo del tipo de trabajo, es posible que
tengan que ser vacunados. Si se trata de un trabajo en zonas
rurales, y dependiendo de la región, deberán administrarse, por
ejemplo, antídotos contra mordeduras de serpiente. La seguridad
en los laboratorios es un campo especializado que se comenta en
otro apartado de esta Enciclopedia.
Los riesgos profesionales en las oficinas no deben subestimarse;
por ejemplo, el trabajo con pantallas de ordenador y la
fuente de contaminación interior, como las impresoras láser, las
fotocopiadoras o los sistemas de aire acondicionado. También
deben tenerse en cuenta los factores ergonómicos y
psicosociales.

Instalaciones

Las instalaciones incluyen oficinas, sala(s) de reunión, laboratorios
y equipos, sistemas de información y biblioteca. Las instalaciones
deben estar correctamente diseñadas y tener en cuenta las necesidades
futuras, ya que las modificaciones y adaptaciones posteriores
suelen ser más costosas y consumir mucho tiempo.

Laboratorios y equipos de higiene industrial

Los laboratorios de higiene industrial deben tener, en principio,
capacidad para realizar evaluaciones cualitativas y cuantitativas
de la exposición a contaminantes atmosféricos (sustancias
químicas y polvo), agentes físicos (ruido, estrés por calor, radiación, iluminación) y agentes biológicos. En el caso de la mayoría de los agentes biológicos, las evaluaciones cualitativas son suficientes para recomendar controles, y no es necesario realizar evaluaciones cuantitativas, normalmente más difíciles.
Aunque algunos instrumentos de lectura directa de la contaminación atmosférica pueden resultar limitados para los fines de la evaluación de la exposición, son extremadamente útiles para identificar los riesgos y sus fuentes, determinar las
concentraciones pico y recoger datos para diseñar las medidas
de control y verificar controles como los sistemas de ventilación.
En relación con estos últimos (los sistemas de ventilación), se
necesitan también instrumentos para comprobar la velocidad
del aire y la presión estática.
Una de las posibles estructuras englobaría las siguientes
unidades:
• Equipos de campo (toma de muestras, lectura directa);
• Laboratorio analítico;
• Laboratorio de partículas;
• Agentes físicos (ruido, temperatura, iluminación y radiación);
• Taller para el mantenimiento y la reparación de instrumentos.
A la hora de seleccionar un equipo de higiene industrial,
además de las características de funcionamiento tienen que
considerarse siempre los aspectos prácticos asociados con las
condiciones previstas de uso; por ejemplo, infraestructura disponible, clima, ubicación. Algunos de estos aspectos son la posibilidad de transportar el equipo, la fuente de energía necesaria, los requisitos de calibrado y mantenimiento y la disponibilidad de repuestos de los consumibles.
Sólo debe adquirirse un equipo si:
• Existe una necesidad real;
• Se dispone de personal cualificado para garantizar su correcto
funcionamiento, mantenimiento y reparación;
• Se ha desarrollado el procedimiento completo, ya que no
tendría sentido comprar, por ejemplo, bombas de muestreo, si
no se dispone de un laboratorio para analizar las muestras
(o de un acuerdo con un laboratorio externo).
El calibrado de todas las mediciones y muestreos de higiene
industrial, así como los equipos analíticos, deben formar parte
de cualquier procedimiento y es preciso disponer de los equipos
necesarios.
El mantenimiento y las reparaciones son esenciales para
evitar que los equipos permanezcan parados durante demasiado
tiempo. Los fabricantes de los equipos deben garantizar este tipo
de servicio, ya sea mediante asistencia técnica directa o encargándose
de la formación del personal.
Si se va a desarrollar un programa completamente nuevo, en
un principio sólo debe adquirirse el equipo básico, que se irá
completando a medida que se establezcan las necesidades y se
garanticen las capacidades operativas. Sin embargo, incluso
antes de disponer de equipo y de laboratorio y de que estos
empiecen a funcionar, puede avanzarse mucho inspeccionando
los lugares de trabajo con el fin de evaluar cualitativamente los
riesgos para la salud y recomendando medidas para controlar
los riesgos detectados. La falta de capacidad para realizar
evaluaciones cuantitativas de las exposiciones no debe justificar
nunca la pasividad frente a exposiciones obviamente peligrosas.
Eso es sobre todo cierto en situaciones en las que no se controlan
los riesgos en el lugar de trabajo y es habitual que se alcancen
elevadas exposiciones.

Información
Las principales fuentes de información son las bibliotecas (libros,
revistas y otras publicaciones), las bases de datos (p. ej., en
CD-ROM) y las comunicaciones.
Siempre que sea posible, es conveniente disponer de ordenadores
personales y lectores de CD-ROM, así como de conexiones
a INTERNET. Cada vez son más las posibilidades que
ofrecen los servidores de información pública conectados en
línea a una red (direcciones de World Wide Web y GOPHER),
ya que permiten acceder a numerosas fuentes de información


referente a la salud de los trabajadores, lo cual justifica plenamente
la inversión realizada en ordenadores y comunicaciones.
Este tipo de sistemas debe incluir correo electrónico (e-mail),
que abre nuevos horizontes para la comunicación y el debate, ya
sea individualmente o en grupo, al facilitar y promover el intercambio
de información en todo el mundo.

Planificación
Una planificación puntual y minuciosa de la ejecución, la gestión
y la evaluación periódica de un programa es esencial para garantizar
el logro de sus objetivos y fines, haciendo el mejor uso de los
recursos disponibles.
En un principio, debe obtenerse y analizarse la siguiente
información:
• Naturaleza y magnitud de los riesgos existentes, con objeto de
Establecer prioridades;
• Requisitos legales (legislación, normas);
• Recursos disponibles;
• Infraestructura y servicios de apoyo.
Los procesos de planificación y organización incluyen las
siguientes etapas:
• Definición de la finalidad del programa o servicio, definición de
los objetivos y del ámbito de actuación, considerando la
demanda prevista y los recursos disponibles;
• Asignación de recursos;
• Definición de la estructura organizativa;
• Perfil de los recursos humanos necesarios y planes para su
desarrollo (cuando sea necesario);
• Asignación clara de responsabilidades a los distintos servicios,
equipos y personas;
• Diseño y adaptación de las instalaciones;
• Selección de equipos;
• Requisitos operativos;
• Establecimiento de mecanismos para la comunicación dentro y
Fuera del servicio;
• Calendario.
Los costes operativos no deben subestimarse, ya que la falta
de recursos puede dificultar seriamente la continuidad de un
programa. Los siguientes son algunos requisitos que no pueden
pasarse por alto:
• Adquisición de consumibles (como filtros, tubos indicadores,
tubos de carbón vegetal, reactivos), repuestos de los equipos,
etc.
• Mantenimiento y reparación de los equipos
• Transporte (vehículos, combustible, mantenimiento) y viajes
• Actualización de la información.
Los recursos deben aprovecharse al máximo mediante un
estudio detenido de todos los elementos que deben considerarse
como parte integrante de un servicio completo. Para el éxito de
cualquier programa, es esencial distribuir los recursos de forma
equilibrada entre las diferentes unidades (mediciones de campo,
toma de muestras, laboratorios analíticos, etc.) y componentes
(instalaciones y equipo, personal, aspectos operativos). Además,
la distribución de recursos debe permitir cierta flexibilidad, ya
que es posible que los servicios de higiene industrial tengan que
adaptarse para responder a las necesidades reales, las cuales
deben evaluarse periódicamente.
Comunicar, compartir y colaborar son palabras clave para el
éxito del trabajo en equipo y el desarrollo de las competencias
individuales. Es necesario disponer de mecanismos eficaces de
comunicación, dentro y fuera del programa, para conseguir el
enfoque interdisciplinario que requiere la protección y la promoción de la salud de los trabajadores. Debe existir una estrecha interacción con otros profesionales de la salud en el trabajo, especialmente con los profesionales de la medicina y la enfermería del trabajo, los ergonomistas y los psicólogos del trabajo, así como con los profesionales de la seguridad. En el contexto del lugar de trabajo, han de participar también los trabajadores, el personal de producción y los directivos.
La ejecución de programas eficaces es un proceso gradual.
Por consiguiente, en la fase de planificación debe elaborarse un
calendario realista, de acuerdo con unas prioridades correctamente establecidas y considerando los recursos disponibles.

Gestión
La gestión consiste en tomar decisiones referentes a los objetivos
que deben alcanzarse y a las medidas que deben adoptarse para
ello, con la participación de todos los interesados, así como en
prever y evitar, o reconocer y resolver, los problemas que pueden
crear obstáculos para realizar las tareas necesarias. Debe tenerse
en cuenta que los conocimientos científicos no garantizan necesariamente las competencias de gestión necesarias para dirigir un programa eficiente.
La importancia de implantar y seguir unos procedimientos
correctos y una garantía de calidad es fundamental, puesto que
existe una gran diferencia entre el trabajo hecho y el trabajo
bien hecho. Por otra parte, los objetivos reales, y no las etapas
intermedias, deben servir como referencia. La eficiencia de un
programa de higiene industrial no debe medirse por el número
de estudios realizados, sino por el número de estudios que dan
lugar a acciones concretas para proteger la salud de los
trabajadores.
Una buena gestión debe ser capaz de distinguir entre lo que
llama la atención y lo que es importante; los estudios muy detallados que incluyen muestreo y análisis, y que generan resultados muy exactos y precisos, pueden ser muy impresionantes, pero lo verdaderamente importante son las decisiones y las medidas que se adoptan en consecuencia.

Garantía de calidad
El concepto de garantía de calidad, que abarca control de calidad
y pruebas de aptitud, se refiere principalmente a las actividades
de medición. Aunque estos conceptos se han asociado casi
siempre a los laboratorios analíticos, su ámbito debe ampliarse
para englobar también los muestreos y las mediciones.
En los casos en que sea preciso realizar análisis y muestreos,
ambos procedimientos deberán considerarse como uno solo
desde el punto de vista de la calidad. Puesto que ninguna cadena
es más fuerte que el más débil de sus eslabones, el uso de instrumentos y técnicas con diferentes niveles de calidad en las
distintas etapas de un mismo procedimiento de evaluación
implica malgastar los recursos. La precisión y la exactitud de
una balanza analítica de gran calidad no puede compensar el
uso de una bomba de muestreo que tiene una velocidad de flujo
inadecuada.
La actuación de los laboratorios debe examinarse para identificar
y corregir las posibles fuentes de error. Es preciso adoptar
un enfoque sistemático para mantener bajo control los numerosos
detalles implicados. Es importante establecer en los laboratorios
de higiene industrial programas de garantía de calidad,
que engloben tanto controles internos de calidad, como evaluaciones externas de calidad (llamadas con frecuencia “pruebas de aptitud”).
En lo que se refiere a la toma de muestras o a las mediciones
realizadas con instrumentos de lectura directa (como los que se utilizan para la medición de agentes físicos), la calidad implica la
existencia de procedimientos correctos y adecuados para:
• Realizar estudios preliminares que incluyan la identificación de
los posibles riesgos y de los factores que deben tenerse en
cuenta para diseñar la estrategia;
• Diseñar la estrategia de muestreo (o medición);
• Seleccionar y utilizar metodologías y equipos de muestreo o
medición, teniendo en cuenta tanto los fines de la investigación
como los requisitos de calidad;
• Ejecutar los procedimientos, incluido el control de tiempos;
• Manipular, transportar y almacenar las muestras (en su caso).
Por lo que respecta al laboratorio analítico, la calidad implica
la existencia de procedimientos adecuados y correctos de:
• Diseño e instalación de los equipos;
• Selección y utilización de métodos analíticos validados (o, en
caso necesario, validación de los métodos analíticos);
• Selección e instalación de instrumentos;
• Suministros adecuados (reactivos, muestras de referencia, etc.)
en ambos casos, es indispensable disponer de:
• Protocolos, procedimientos e instrucciones por escrito que sean
claros;
• Calibrado y mantenimiento rutinario de los equipos;
• Personal formado y motivado para realizar correctamente los
procedimientos establecidos;
• Gestión adecuada;
• Control de calidad interno;
• Evaluación externa de la calidad o pruebas de aptitud
(si procede).
Asimismo, es esencial que existan procedimientos adecuados
para el tratamiento de los datos obtenidos y la interpretación de
los resultados, así como para su notificación y registro.
La acreditación de los laboratorios, definida por el CEN
(EN 45001) como “el reconocimiento formal que un laboratorio
de ensayos es competente para realizar determinados ensayos o
tipos de ensayos”, es una herramienta de control muy importante
que debe promocionarse. Debe abarcar tanto la toma de
muestras como los procedimiento analíticos.

Evaluación de los programas
El concepto de calidad debe aplicarse a todas las etapas de la
práctica de la higiene industrial, desde la identificación de riesgos
hasta la ejecución de programas de prevención y control de
riesgos. Desde este punto de vista, los programas y servicios de
higiene industrial deben evaluarse periódica y críticamente para
conseguir una mejora continua.

Comentarios finales

La higiene industrial es esencial para proteger la salud de los
trabajadores y el medio ambiente. Su práctica consta de muchas
etapas interrelacionadas que no tienen sentido por sí solas, sino
que deben integrarse en una estrategia global.

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